sábado, 29 de junio de 2019

DOS MIL AÑOS DE MODA PLAYERA


La azarosa vida de las vacaciones, no se entendería sin una prenda fundamental:  el traje de baño.
Si bien es cierto que el bikini fue prenda usual entre las bañistas romanas; la verdadera historia del traje de baño no comienza hasta mediados del siglo XIX. Durante los mil años que Europa vivió de espaldas al mar, lo pocos ciudadanos que se bañaban o lo hacían completamente desnudos, o completamente vestidos.
La moda del atuendo playero nació en el año 1854 y comenzó ¡cómo no ¡ en Biarritz
Los ciudadanos del Segundo Imperio se bañaban enfundados en una especie de camisones largos hasta los pies, o simplemente en pijama.
No fue hasta 1880 que Francia lanzó el primer modelo de traje de baño femenino. No era otra cosa que una adaptación de la ropa interior para que no pudiera suscitar el horros de las personas de buenas costumbres.
Este traje de baño fue patrocinado por en Norteamérica en 1851 por Amelia Bloomer quien se batía por la emancipación de la mujer. El traje permitía libertad de movimiento, y consistía en unos pantalones bombachos de estilo turco, abrochados a la altura de los tobillos sobre los cuales se llevaba una falda corta hasta las rodillas. El traje adoptó el nombre de su impulsora:  bloomer, usado por las enardecidas feministas como uniforme de combate, a pesar de las reacciones indignadas de las autoridades civiles.
Este atuendo playero, que terminó por imponerse, confeccionado con tejido de lana, se completaba con unas medias negras, zapatillas de cáñamo, y un gorro de tela embreada.
Los trajes de baño de caballero, solían ser una especie de combinación de camiseta y calzón hasta las rodillas.
Aquellos primitivos trajes de baño permanecieron con escasas modificaciones hasta después de la Primer Guerra Mundial.
A partir de 1918 la mujer se lanza a la conquista de nuevas posiciones en la sociedad, y de esta manera aparecen en las playas europeas el denominado maillot. Su irrupción es triunfal. El maillot de las damas, generalmente de color negro es muy parecido al de los caballeros. El modelo femenino tiene, en los primeros tiempos, forma de falda corta hasta medio muslo. Poco a poco se transforma, y sólo se diferencia del traje de baño masculino por su parte delantera en la que un esbozo de faldita cubre, púdicamente, la entrepierna.

Los escándalos de los furibundos moralistas de la época fueron tremendos. Las autoridades de muchos países establecen reglamentos tan grotescos como ineficaces. Se fijan, por ejemplo, los centímetros cuadrados que de superficie epidérmica que puede ir descubierta. Y aparecen en las playas las inspectoras de moral que, armadas con una cinta métrica, salían en persecución de las bañistas más descocadas.
Pero, como en tantas ocasiones ocurre, de nada sirvieron las medidas, y nada fue suficiente para detener la marcha de las mujeres hacia la igualdad con el hombre y hacia la conquista de un traje de baño simplificado y racional.

Los colores oscuros dieron paso a los vivos colores y a los estampados.
El 2 de junio de 1946 los aliados experimentaron la primera bomba atómica en la isla de Bikini en la Polinesia. La explosión dejó al islote casi totalmente desnudo de vegetación y vida.
Aquel verano aparece un nuevo modelo de bañador al que se le pondrá por nombre Bikini. Un reducido slip y mínimo sostén vuelven a levantar la polvareda y el escándalo; pero, de nuevo no sirvió para nada. Triunfó la versión moderna del bikini romano.
La moral imperante en la España de los años sesenta, me permitió contemplar una de las escenas más hilarantes que he vivido.
En mi ciudad natal estaban prohibidos los trajes de baños de dos piezas. En ausencia del mar el rio Jerte hacia las funciones de refresco; y allí las damas más atrevidas usaban bikini.
Acertó a pasar por una de las orillas del río un agente de la autoridad quien, al ver a una joven en traje de dos piezas, le dijo:
-           - Señorita, está prohibido llevar traje de baño de dos piezas.
A lo que la atrevida joven le respondió, haciendo ademan de quitarse el sujetador:
-           - ¿Cuál de las dos me quito?
El pobre guardia, viéndose blanco de las risas de los presentes, optó por dejar las cosas como estaban. Pues pensó que iba a ser peor el remedio que la enfermedad.

viernes, 28 de junio de 2019

EL OCIO Y LAS VACACIONES


Del ocio de los ricos y poderosos a las vacaciones pagadas de los obreros, el río de la Historia ha corrido durante muchos siglos. No vamos a analizar tanto esa difusión del ocio, como la evolución de las vacaciones, en una panorámica multicolor llena de toques pintorescos, en consonancia con la canícula.
El ciudadano romano fue poco trabajador. En Roma los que más trabajaban eran los esclavos. Los cives romani se echaban a temblar ante cualquier tipo de esfuerzo físico o intelectual. Estos privilegiados son lo que pueden concederse y se concedían, un descanso periódico o de ocio compatible con sus intereses de propietarios rurales que iban a sus propiedades a vigilar las tareas de recolección.
Lo que pudiéramos denominar vacaciones de los optimates  de Roma solían durar de tres a seis meses al año , y sus lugares predilectos eran las playas. Desde Ostia hasta el golfo de Nápoles. Se dedicaban a la pesca, siempre que esta no entrañara incomodidades excesivas; y sobre todo a la natación.
En contra de lo que se cree el bikini es una prenda secular, ya usada por las damas romana tal como se atestigua por frescos y mosaicos.

La vida veraniega tenía un carácter marcadamente mundano. Era una vida disipada y sensual. Era costumbre hacer excursiones en barca con diez remeros y orquestas. A bordo de ellas eran frecuentes los sexparties precedidos de opíparos banquetes y generosas libaciones.
El centro de la vida social más brillante era Baia, en las inmediaciones de Nápoles. A lo largo de cinco siglos fue el lugar de recreo más famoso y solicitado del mundo antiguo. Su balneario era prestigioso y riquísimo en aguas medicinales que, a decir de los médicos de la época, curaban numerosas enfermedades.
El prestigio de Baia perduró durante generaciones. Bocaccio advertía en el siglo XIV, de lo peligrosa que resultaba para una mujer honesta la estancia en aquel lugar de dulces y sensuales atractivos.
Con la caída del Imperio Romano se abre un largo paréntesis en la historia de las vacaciones, que no se cerraría hasta el siglo XIX.
La vida de un hombre de la Edad Media o de la Edad Moderna, comparada con la de un patricio de la Roma Imperial, era de una estrechez angustiosa. Sólo se mantuvo, y eso de manera muy selectiva, la tradición termal. No debemos olvidar que hasta hace muy pocos decenios, en Europa sólo se concebían los baños como complemento para el mantenimiento de la salud. Durante muchos siglos el lavarse pareció llevar implícita la idea del pecado.
La suciedad por mor de una moralidad extrema estaba generalizada en todas las clases sociales.
En el siglo XIX, en Francia, nace la prosperidad industrial y con ella una nueva clase dirigente, la de la gente negocios. Los nuevos ricos burgueses siguen los pasos de la aristocracia, encarnación del lujo y la opulencia y la buena vida.

El gran balneario del siglo XIX fue Baden-Baden, en Alemania, cuya vida fastuosa se hizo famosa en el mundo entero. Se hablaba mucho menos de las cualidades terapéuticas de las aguas, que de las damas elegantes y libertinas que lo frecuentaban; de los grandes jugadores dispuestos a perder, impávido y despectivos, auténticas fortunas.
La medicina era lo de menos en el balneario alemán.

En España las villas de aguas termales son de procedencia romana, y tuvieron su siglo de oro a lo largo del XIX, entrando en declive a lo largo del XX. Sin embargo, no influyeron demasiado en la vida mundana, pues era frecuentados por verdaderos enfermos, y eran tremendamente aburridos.
Desde mucho antes de que inventaron las vacaciones en el sentido moderno, cuando los rigores del estío se hacían notar, las gentes se bañaban en los ríos, en las balsas, y en el mar si estaba cerca. La mayoría de los bañistas prescindían de la ropa. En pleno siglo XVI la ciudad de Paris tuvo que adoptar medidas drásticas contra quienes se bañaban desnudos en público. Entre 1780 y 1790 ya estaban abiertos numerosos establecimientos a orillas del Sena donde se podían alquilar trajes de baño.

La clase media española quedaba naturalmente excluida del veraneo de los centros estivales de más lujo, aunque en muchos casos, por el estúpido afán de imitación, algunas familias hacían inauditos esfuerzos para presumir con los vecinos. Pero, lo general era acudir a las playas más baratas y próximas. Sin embargo, esto estaba limitado a unos pocos afortunados; la mayoría del pueblo no veraneaba.
Hubo que esperar hasta los años treinta del siglo XX para que se utilizaran en Madrid los primeros trenes del Mediterráneo, los célebres trenes botijo, jaraneros, inmensamente calurosos y lentos que llevaban a los viajeros a las playas de Alicante.

jueves, 27 de junio de 2019

LA VERDADERA HISTORIA DE D’ARTAGNAN


D’Artagnan, el cuarto y más famoso mosquetero de “Los Tres Mosqueteros”, la celebérrima novela de Dumas no es por entero un personaje de ficción: el novelista se inspiró en las aventuras de un gentilhombre gascón, Charles de Baz, llamado D’Artagnan. O más exactamente, en el relato que de las mismas escribió otro mosquetero: Gastien de Courtil. Con lo cual tenemos tres personajes, que siguen siendo “noticia”, puesto que pocas veces ha encarnado nadie mejor que D’Artagnan la aventura jovial y generosa.
El 25 de junio de 1673 al atacar la plaza de Maestricht, una bala alcanzó a D’Artagnan en la garganta, pereciendo junto con la mitad de su compañía.
Pero apenas el autentico D’Artgnan acababa de caer en el campo de batalla cuando otro D’Artagnan, mucho más consistente, aunque falso, se elevaba gracias a los trabajos de una pirotecnia de papel, gracias en primer lugar, a la buena memoria y al oportunismo de un libelista antiguo mosquetero llamado Gautien de Courtilz. Y gracias, sobre todo, a la fantasía, el verbo, y el entusiasmo de un novelista llamado Alejandro Dumas. Hubo por lo tanto tres D’Artagnan.
El primero no se sabe dónde fue enterrado, el segundo fue a parar a los fondos de alguna biblioteca; el tercero termino en las manos de todo el mundo junto a El Quijote o Macbeth.
¿De dónde viene D’Artagnan? En esto ni Gautien ni Dumas nos engañan, Venía del Bearne, de la Gascuña, región a la que pertenecía por su padre y por su madre. Su carácter y acento eran incuestionablemente gascones, y con este pasaporte entró en París dispuesto a abrirse paso.
Mas adelante, tras no pocos aventuras, reales y ficticias, ambos D’Artagnan, el verdadero como el falso, llegarán a ser agentes secretos y hábiles negociadores de la política del más hábil de los negociadores que ha tenido Francia: Mazarino.
El verdadero D’Artagnan se llamaba, como ya se ha dicho Charles de Batz Castelmore; este último apellido es el nombre de un pequeño castillo que poseían sus padres. Un tío suyo había servido al rey Luis XIII, razón por la cual el rey recibe con simpatía y familiaridad al joven cadete. Los D’artagnan parece que falsificaron algunos títulos de condes y marqueses, lo que les costó algún disgusto.
Noble o no noble, a fuerza de valor y de astucia logró hacer una bonita carrera. La fecha de su nacimiento no es sabida con certeza pues no se ha encontrada su acta de bautismo.
Según documentos del Ministerio de la Guerra participo en el sitio de Arras, y dos años más tarde haciendo la campaña del Rousillón.

El joven gascón fue un protegido de Mazarino, el sucesor de Richelieu, y fue Mazarino, seguramente, quien le ayudó a entrar en los mosqueteros.
Con la Fronda, D’Artagnan fue y vino con recados a los jefes de los insurrectos. Cuando Mazarino se exilió voluntariamente aquel fue portador de mensajes entre Francia y Alemania. Con tan buenas amistades su carrera militar no queda oscurecida. En 1655 es capitán y encargado de la pajarería de las Tullerías; cargo muy importante y muy de la confianza del rey.
No por ello abandonó los campos de batalla; allí donde había que batirse, allí estaba él. Se sabe que estuvo haciendo la campaña de Flandes; sustituyendo poco después al duque de Nevers, sobrino de Mazarino, y es nombrado subteniente de los mosqueteros grises; cargo que en realidad suponía estar al mando de la compañía. En calidad de tal, se le encarga detener a Fouquet de quien posiblemente había sido amigo; un fantástico ministro de finanzas que fue mandado arrestar por dar una fiesta que el rey consideró que era demasiado suntuosa, y que ello le hacia sombra. Como el propio rey sabía de lo escandalosa que era esa detención, mandó a un hombre de su confianza con una orden muy personal.

Pero su D’Artagnan cumplió con energía las órdenes del rey, no por ello deja de ser una persona de finos sentimientos humanos, y permite que algunos amigos departan con el detenido a las puertas mismas de la prisión de la Bastilla.
Por todos estos servicios prestados la corte francesa no se molestó ni tan siquiera en recoger su cadáver cuando encuentra su fin en Maestricht. Como soldado sin fortuna D’Artagnan pasó a la leyenda de la mano de dos escritores con muy diferente suerte literaria. Como en tantas otras situaciones, el personaje engulló a la persona.
Mas allá de los más que ciertos desfases cronológicos que Dumas tiene en su relato, el más famoso mosquetero de la historia de la literatura fue alguien real; que murió de manera real, en un campo de batalla de Flandes.

miércoles, 26 de junio de 2019

EL 98 ESPAÑOL ¿FUE DRAMATIZADO EN EXCESO?


Todas las potencias coloniales han sufrido un trauma al perder sus posesiones. La gravedad y las consecuencias de un trauma dependen no solo de la fuerza de la violencia exterior, sino de la resistencia y grado de salud del organismo que lo recibe; en nuestro caso, del organismo social. En general, no cabe duda de que algunos países como Holanda, Bélgica, o Francia han encajado bien el golpe de la perdida de sus colonias, en general más ricas e importantes que las de España.
Para nadie es un secreto que los citados países son Estados de bien cimentada constitución política, económicamente vigorosos y donde los problemas sociales están encauzados. El caso de Francia es parejo, aunque a la situación de postguerra haya que añadir dos largas contiendas- Indochina y Argelia- y la perdida de territorios tan estrechamente vinculado a la metrópoli como era esta última.
Cierto es que en tal trance naufragó la IV República, y advino al V; pero, fue un precio bajo ya que, con ello, quizá se evitó un enfrentamiento en la metrópoli.
El caso de España en el 98 es muy distinto. Al margen de otras consideraciones, hay que tener en cuenta que los tiempos no eran los mismos, España, pierde sus colonias en un momento de pleno auge del colonialismo; lo países antes mencionados, las pierden en una época de crisis del sistema que desembocará de inmediato en una liquidación casi total. En tales condiciones, los efectos no podían ser iguales.
Sin embargo, existe una indudable tendencia a la dramatización en nuestro país, así como una garrulería desbordada y un arsenal de retórica trasnochada, prácticamente inagotable y de efectos seguros.
Dice Melchor Fernández Almagro “para bien o para mal, el pueblo español es harto impresionable, y de la ciega exaltación, cayó en un abatimiento que le permitió al gobierno lanzar los cables que estimase oportuno a la cancillería de Washington en la seguridad de que todos experimentarían una sensación de alivio con el cese de la costosa e inútil sangría”.

Otro historiador Raymond Carr escribe acerca del desastre del 98:
La perdida de la mayor parte del imperio americano en los años veinte no había dejado huella psicológica, pues se perdió durante una guerra civil de los españoles metropolitanos contra los españoles coloniales. Cuba fue arrancada a España por la derrota a manos de una potencia extranjera a la que la prensa había enseñado a despreciar como una nación de vulgares tocineros.
La destrucción pública de la imagen de España como gran potencia convirtió la derrota en un desastre moral. La derrota acabó con la confianza ya minada por la depresión económica y por la confusión política, y fue atribuida al sistema político que había presidido el desastre. Tal imputación era injusta porque ningún sistema político podía salvar los últimos residuos de imperio colonial de una potencia de segunda categoría”
Hay que añadir, para explicar el espíritu del 98, que Cuba era una colonia muy vinculada a España, muchísimo más que cualquier otro territorio continental americano. Y también que el desastre, además de las dos derrotas navales espectaculares de Santiago y Cavite, tuvo una lamentable consecuencia: el ejército de 200.000 hombres que luchó en Cuba sufrió en combate, o de resultas de heridas de guerra, unas bajas relativamente reducidas. Sin embargo, las muertes provocadas por la fiebre amarilla y otras enfermedades llegaron a las sesenta mil. A estas cifras habría que añadir la de casi diez mil heridos que lograron sobrevivir al desastre.

La imagen de aquellos hombres famélicos y enfermos, que regresaron a la metrópoli, fue, quizás, una de las razones por las que el impacto de la derrota en la sociedad española fue muy superior al producido en los conflictos originados en las otras colonias, y que también ser perdieron.

domingo, 23 de junio de 2019

ROMANCES DE CIEGOS


La literatura de cordel, de la que formaban un capítulo muy destacado, por el volumen de producción y por vasta audiencia, los romances de ciego, es fundamentalmente la lectura popular, la literatura que, quiéranlo o no los historiadores, los censores del gusto o bien aquellos que gustan de idealizar al pueblo, alimentó a numerosas generaciones. Imposible ignorar su importancia en una época como la nuestra en que, gracias a los modernos medios de transmisión, el equivalente de los romances de ciego y de las novelas por entregas se planifica – más o menos- se estudia, se aquilata...Antaño esta actividad de hoy – que se supone metódica y sabia- estaba en manos de ciegos, de poetastros, de editores avisados.
El género literario que ciegos y copleros ofrecían, comprendido en la ancha denominación de “pliegos de cordel surge y prolifera inmediatamente a medida que la difusión de la imprenta se generaliza.
Esta literatura del pobre como se llamaba a los pliegos de cordel, tan vilipendiada por algunos eruditos, sería la popular fuente de información de los más variados sucesos, acontecimientos, anécdotas, episodios, dramas, lances y desenlaces acaecidos en el país.
Se trata de una literatura de formas sensacionalistas, para el gran público, que no repara en matices.
El romance era generalmente de tamaño de folio, de dos o cuatro caras. Lo encabezaba una viñeta alusiva al suceso con ancho pie donde es extractaba el argumento del romance.
En el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, los ciegos copleros y rezadores de Madrid pregonaban así su mercancía:
¿Quién el papelito
Quiere comprar nuevo
Para llorar un rato
( o reír en su caso)
Y pasar el tiempo?
Duélanse, señores
De este pobre ciego
Y si no que el diablo
Lleve lo que veo.

Es natural, dad la popularidad del género, que en nuestra literatura abunden los testimonios y las sátiras contra la obra gruesa de los poetas abastecedores de ciegos y copleros, cuyos supremos exponentes fueron Cervantes, Quevedo, y Lope.
Estrecha es la relación del poeta-ciego, ciego-poeta, tanto como lo es en nuestra época la del compositor de música con el cantante.
En el siglo XIX fueron muy destacados los héroes liberales y más tarde los carlistas. Los romances de Mariana Pineda, de Torrijos estremecieron a España de punta a punta. Así decían algunos:
Marianita sentada en su cuarto
No paraba de considerar
“Si Pedrosa me viera bordando
La bandera de la Libertad”
¡Oh, que día tan triste en Granada
Las campanas doblar y doblar
Al ver que Marianita se muere
En cadalso por no declarar!
.........
El general Torrijos
Está muy confiado,
Con un pliego cerrado
Que Moreno le mandó
Diciéndole que se pusiese
En marcha prontamente
Que en Málaga la gente
Pide Constitución
Valientes nacionales
Amad la libertad
Que el general Torrijos
Lo encargó al expirar.

En realidad, el romance de ciego es el balbuceo del periodismo sensacionalista.



MEDICAMENTOS DE REYES, DROGAS Y VENENOS.


Los hombres, - decía JFK, que podía opinar al respecto- se dividen en sanos y enfermos. Pero todo hombre sano es candidato a la enfermedad, de tal modo que esta es compañera inseparable- inseparable y temida- de la vida, en realidad perfeccionadora de la vida, en sentido evolucionista y quizá también en un aspecto moral. En el orden práctico el hombre ha luchado brazo partido contra la enfermedad: mediante el conjuro, el medicamento o la droga.
Droga y medicamentos han sido en todas las épocas elementos muy vinculados al hombre, a sus angustias, a sus preocupaciones, sus gozos. El problema actual, ciertamente grave por la difusión de algunas drogas, no debe hacernos olvidar que el hombre ha pedido y obtenido de ellas, a través de los siglos remedio y socorro en forma de medicamento. Y también muerte y olvido en el terreno personal.
Reyes y reinas, y los miembros de la aristocracia y la nobleza, tenían gran confianza en las hierbas medicinales, en las que llegaban a gastar grandes cantidades de dinero en boticas de todo tipo. El rey Juan I asignó a su boticario Esteve C. Torra en 1388 una pensión anual de 100 sueldos para poder pagar al boticario el tratamiento que tuvo que serle proporcionado durante un periodo de dos años, y que ascendió a la cifra de 1.000 florines de oro de Aragón.
No siempre los personajes importantes han tenido el suficiente dinero para cubrir necesidades urgentes. Fernando I pedía desde Igualada, 500 florines para pagar el aceite diurético que precisaba con urgencia.
Fernando el Católico no se libro de los efectos perniciosos de un medicamento. Ya es conocido el criterio que mantiene la sospecha de que en 1516 pudo morir intoxicado al haber ingerido cantaridina como afrodisiaco para tener descendencia con su joven esposa Germana de Foix.
Un instrumento importante para la humanidad ha sido la jeringa de propinar lavativas. Las había de todos modelos, formas y materiales.

A tal extremo llegó la afición a usar lavativas, que la lavativa de humo de tabaco fue acogida con verdadero entusiasmo; y se decía que actuaba como depurativo y antiespasmódico. En algunos lugares su uso era obligatorio para reponer a los borrachos.
Carlos V, emperador de occidente, nunca hizo caso de lo que más le convenía para conservar la salud: cumplir dieta.
Tuviera o no confianza en la medicina popular y supersticiosa, una vez fallecido se hallaron diversos remedios milagrosos y populares: Una piedra forrada de oro para detener las hemorragias; brazaletes y aros de hueso contra las hemorroides, nueve anillos ingleses contra los calambres, o una piedra azul engarzada en oro contra la gota.
Se dice que Carlos II rey de Inglaterra sufrió el día 2 de febrero de 1685 una embolia cerebral. Como fuere que ninguno de los tratamientos aplicados diera resultado se le administraron 40 gotas de un extracto de cerebro humano, y un antídoto asociado con perlas disueltas y sal de amonio. El pobre Carlos II, ya moribundo, pidió perdón a los que le atendían por su tardanza en morir.
Pero no siempre ha sido ciega la confianza del hombre en la medicina y en los medicamentos. Federico el Grande de Prusia, el 1 de enero de 1765 le escribía a Voltaire y le decía que se hallaba destemplado y enfermo, pero como fuera que se había dado cuenta de que “elixires, y otras pócimas” no le proporcionaban ningún alivio se iba curando con paciencia y dieta. Esto último no parece que fuera demasiado cierto pues en el menú del día 5 de agosto de 1786 figuraba, aparte de sopa, carne de buey, chuletas, salmones Dessau, lengua de buey, guisantes verdes, arenques frescos y pepinos ácidos. Todo ello acompañado de champagne abundante. Federico despidió a su médico personal porque le prohibió comer queso de Parma.

Cada noche tomaba de siete a ocho tazas de café, reforzado a veces con mostaza y otras con pimienta. Medicación “sui generis” pero medicación, al fin y al cabo.
Humphrey Davy, de 19 años, aprendiz de boticario, tras ingerir en exceso protóxido de nitrógeno escribió estos versos:
En ningún suelo salvaje y monstruoso
Percibí jamás un embeleso tan ardiente.
Mi pecho quema como un fuego impío
Y siento en mis miembros un aliento de heroísmo.
Mis mejillas se abrasan en mil fiebres
Y mis ojos estallan de deseo.
¡Cuán leve y remoto se torna mi pecho!
¡Preparado estoy para la omnipotencia!


sábado, 22 de junio de 2019

EL “SACCO”DE ROMA


El “sacco” de Roma, es una manifestación fáustica de los fermentos paganos de la violencia y soberbia que nacían bajo apariencias de clasicismo estético y político en el fondo del Renacimiento. Los poderes se enfrentan: sin poder temporal, la Iglesia romana de ningún modo hubiera podido defender, en un mundo caótico y feudal o absolutista, su libertad y sus derechos, que constituyen el acervo de la libertad y los derechos de los ciudadanos de la Cristiandad. Sin embargo, el “sacco” muestra cómo el Príncipe puede encarnar, por obra de ciertas circunstancias, el poder de las tinieblas, y cómo el Pastor, desbordando y desplazando la subsidiariedad de su reino temporal, pudo desnaturalizar su misión sagrada. Una explicación elemental de este acontecimiento tremendo de que fue escenario Roma en 1527 es que Carlos V, en tanto emperador del Sacro Imperio Roano-Germánico, heredó el primer papel en el drama de las viejas querellas entre e Papado y el Imperio.
Las causas remotas de las terribles jornadas que va a vivir la Ciudad Eterna hunden sus raíces atrás en el tiempo. A finales del siglo XV se habían consolidado en Europa Occidental algunos fuertes Estados unitarios como los reinos de Francia, Inglaterra y España que luchaban entre sí por el dominio del Mediterráneo, y el monopolio de las nuevas rutas oceánicas.

Mientras tanto, en el este europeo y en la península balcánica se extendía el Imperio Otomano que después de la conquista de Constantinopla constituye una grave amenaza para el mundo cristiano.
Las continuas luchas por el dominio de la Península Itálica y sus ciudades estados; fueron el caldo de cultivo para que, reyes emperadores y el propio Papa de Roma se enzarzaran en luchas continuas que propiciaron los hechos que en la Ciudad Eterna se desarrollaron el año 1527. En ese tiempo los descendientes de aquellos romanos que en un tiempo habían rechazado desde sus murallas a emperadores poderosos, no conservaban ya nada de amor por la libertad y de las viriles virtudes de sus progenitores. Aquellas cuadrillas de siervos del clero, de latores, de escribas y de fariseos, la plebe nutrida en el ocio, la burguesía refinada pero corrompida, privada de vida política y de dignidad, la nobleza inerte y los millares de sacerdotes viciosos eran semejantes al pueblo romano de los tiempos en los que Alarico había acampado ante Roma.

Mientras Orsini fortificaba precipitadamente el Vaticano, muchos prelados abandonaron Roma en los primeros días de mayo para escapar a la amenaza imperial.
La misma tarde que el duque de Borbón dio vista a Roma, quiso emprender el asalto, pero en atención a la fatiga de sus tropas, la difirió hasta el siguiente día.
Veinte mil salvajes mercenarios, con los que se había mezclado una multitud de truhanes y bandidos se esparcieron por las calles de la infeliz capital para saquear, incendiar, y matar según el derecho de guerra.
La mañana del siete de mayo Roma ofrecía un espectáculo difícilmente descriptible con palabras. Era una visión que habría podido mover a compasión a las piedras.
Las calles llenas de ruinas, de cadáveres y moribundos, casas e iglesias devoradas por el fuego de las cuales salían gritos y lamentos.
Los palacios pertenecientes a personas partidarias del emperador fueron saqueadas como las demás. Se salvaron temporalmente aquellos que pagaron grandes sumas a alemanes o españoles para ser respetados.
Ni siquiera en tiempos de los sarracenos San Pedro había sido devastada tan ferozmente.
Orange tomó alojamiento en los apartamentos del Papa teniendo cerca a sus propios caballos para que no le fuesen robados. Las más bellas estancias del Vaticano, la misma Capilla Sixtina fueron transformados en establos.
Allí proclamaron Papa a Lutero. Algunos soldados borrachos pusieron a un asno ornamentos sagrados y obligaron a un sacerdote a dar la comunión al animal. El desventurado cura engulló todas las sagradas formas antes de que sus verdugos le dieran muerte mediante tormento.
Carlos V se enteró del saqueo de Roma, de la muerte del condestable de Borbón, y de la prisión de Clemente VII, en el mes de junio. Se vistió de luto y suspendió los festejos que se estaban celebrando por el nacimiento de su hijo Felipe.

Unos echaban la culpa de “sacco” de Roma al Emperador; otros al Papa porque siendo vicario de Cristo excitaba y mantenía la guerra; y otros al rey de Francia.
Como tantas veces ocurre en los hechos de la Historia, nadie asume de buen grado la responsabilidad de sus actos.

jueves, 6 de junio de 2019

LA LARGA AGONÍA DE ANTONIO MACHADO


No sólo ha sido uno de los altos poetas en lengua española, sino también un hombre que vivió con hondura y tragedia íntimas la división y lucha entre españoles.
Uno más entre millares de hombres oscuros, pero igualmente capaces de sufrimiento de los que fue portavoz. Un hombre enraizado como pocos en la tierra propia, que tanto amaba.
Alguien dijo de él” Subió tu voz con gravedad hermosa/desde el dorado fruto de Sevilla/al yermo planetario de Castilla/donde la tierra de tu amor reposa”
Más que su amor, sus amores. Lo vemos en el torbellino de la guerra que le llevó a morir- sencilla y humildemente como había vivido- al otro lado de la frontera. Como una brizna en un torrente.
A Machado lo llevamos todos dentro de nosotros, formando parte, de nuestro propio ser. Es una de esas cosas de nuestra España de que no podemos prescindir, aunque queramos. Una España que amó desde las telas mismas de su corazón. Un amor que no fue apego al terruño, sino emoción racial.
Solitario y silencioso pasó por la vida. Era una mezcla admirable de sencillez y fortaleza. Fue hombre de limitados horizontes. Sólo se movió por tierras de Castilla y Andalucía, al contrario que sus compañeros de generación.
Así como Paul Valery parecía y era un empleado de banco, y Lorca un campesino olivarero por su traza exterior. Machado daba la impresión de ser un notario o un abogado de provincias. Grande, sonriente, con cara de señor rural.
Instalado en Madrid, en torno al poeta se crea una leyenda. Su corazón solitario parecía presentir que llegaría esa nueva primavera con al que soñaba:
-          ¡Yo viviré mi juventud un día!

Y en efecto, llega un día en que el poeta, al filo de los cincuenta años, encuentra a Guiomar, o acaso, Guiomar le encuentra a él después de admirar apasionadamente su poesía.
Pero esa flecha certera, que llegaba a deshora, tardíamente se le clavó, muy hondo en su corazón, aunque exclamara:
-          ¡Cuán tarde ya para la dicha mía!
Machado sintiose preso de esa pasión que venía a rejuvenecerle como una nueva primavera, y a ella se entregó
-          Tu poeta.
-          Piensa en ti. La lejanía es de limón y violeta.
Son años deliciosos a pesar de las continuas luchas y fracasos. La gran felicidad de Don Antonio consistía en esperar siempre todas las cosas importantes, como así ha ocurrido, para después de su muerte.
Sabía que su misión en la vida era solo escribir. En ningún momento apeteció bienes ni riquezas. Tenía una ancha frente destinada a que la patria la habitase.
La guerra civil le sorprende en Madrid. Su hermano se ha ido a Burgos y Guiomar, a Portugal.
-           La guerra dio al amor el tajo fuerte
Son momentos tristísimos para Machado que vive abrumado por una carga de humanidad, de bondad y de honradez en la que no se incluye nunca la postura pseudopurista.
-          Mientras retumba el monte, el mar humea,
-          Da la sirena el lúgubre alarido,
-          Y el azul el avión platea,
-          ¡cuán agudo se filtra hasta mi oído,
-          Niña mortal, infatigable dea,
-          El agrio son de tu rabel florido.
Estos versos fueron escritos en Barcelona mientras se aloja en el Hotel Majestic.
Machado se entrega en estos días a pasear a su “Juan de Mairena”; al pelmazo de “Juan de Mairena” como le denominó Cossío.
Su prosa es de circunstancia, en la que nada esencial, nuevo, o superador dice. Con un tono intelectual muy inferior a sus posibilidades normales. La poesía verdaderamente lítica desaparece; no tiene la hondura y grandeza de su producción anterior. Los versos a Lorca asesinado poseen dignidad, ideológica y formal, pero nada más.
Parece como si el mismo hubiese presentido este cambio.
-          Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado,
-          Tengo en moneda de cobre el oro de ayer cambiado.

Tras meses de incertidumbre debe tomar el amargo camino del exilio, y pasar la frontera. Durante el duro viaje Don Antonio se desvaneció. Perdió todo lo que le quedaba en el equipaje. En el bolsillo llevaba tan sólo diez pesetas.
-           Y cuando llegue el día del último viaje
-          Y esté al partir la nave que nuca ha de tornar,
-          Me encontrareis a bordo, ligero de equipaje,
-          Casi desnudo, como los hijos de la mar.

martes, 4 de junio de 2019

INDIRA GANDHI (II)


Pero la política, cuando uno se entrega a ella, tiene exigencias implacables. Aquel matrimonio contraído contra la opinión de muchos no tardó en romperse por “incompatibilidad de caracteres”.
Desde el mismo día de la independencia Indira se instaló con su padre junto con sus dos hijos, del que fue su más eficaz colaboradora. Para ella su padre era su tercer dios, al que le colmó de afecto y atenciones.
Se levantaba a las seis de la mañana, ley la prensa , practicaba Yoga, y se encargaba de despachar a los llamados  gate-crashers aquellos visitantes intrusos que iban a presentar reclamaciones, quejas, e incluso en demanda de autógrafos.
Almorzaba y cenaba siempre junto a su padre, con el que departía hasta bien entrada la noche, le ayudaba a ordenar sus notas y supervisaba la propaganda del régimen.
Sin embargo, el inconveniente más grave procedía del hecho de que si bien a los ojos del inmenso país (557.989 poblados) Nehru era el mesías de cabeza de caballo; muchos temían que se estuviera construyendo un país sobre la arena, basado en sus propias utopías.
La principal misión de Indira consistiría en mostrar un Nehru que dejaba profunda huella en la realidad. A pesar de su reputación de izquierdista fue ella la que, con fría resolución, liquidó en 1959 la aventura comunista del Estado de Kerala.
En el transcurso de los incidentes fronterizos entre la India y Paquistán que más tarde derivaron en una guerra abierta, se comportó con tal firmeza que se gano el sobre nombre de “The only man” (el único hombre).
Pero los dioses-hombres son pasajeros; Gandhi cayó asesinado, y Nehru se extinguió tras diecisiete años en el poder. Una muerte amarga por no haber podido solventar el conflicto indo-paquistaní.
La India mística y angustiada anhelaba tener al frente más bien a una personalidad mítica , aureolada de ensueño y revestida de leyenda que, que a un político hábil o a un prefecto enérgico. Aquella masa de más de 400 millones de almas, todos ellos más o menos monjes y oloqueados el clima maldito de un templo desmesurado, prefería verse simbolizada antes que administrada. Requería más bien una estrella que un luchador.

Esto explica que al perseverante Chavan, el ministro de defensa que tenía toda la fría actitud de un terrateniente lacónico en una taberna irlandesa, y a otros graves referentes del del país, se impusiera Indira en el Congreso.
Esta ostentaba en su nombre y en su rostro una luz que inducía a olvidar que, como ministro de información en el gabinete Shastri, no siempre había mostrado vocación por el are de la administración.
Lo único que contó fue su significado. “Los dioses residen allí donde se honra a las mujeres” tal como reza la sentencia de la antigua Ley.
La guerra de Bengala de 1971 situó a Indira en un plano polémico. Algunos periódicos llegaron a borrar su apellido Gandhi. Indira, pacifista por religión y por convicción, se vio obligada a acudir a las armas y a luchar contra Paquistán, país hermano, ensanchando así el foso que separaba a hindúes y musulmanes. Un foso que no pudo colmar el cadáver de Gandhi, víctima de este conflicto incluso antes de ser asesinado.

Durante los años de su gobierno, fueron muchas las decisiones controvertidas que tomó; actuando a decir sus detractores como una autentica dictadora; abusando de la censura, de la represión, y de gobernar por decreto al margen del Congreso.
Más duro fue su segundo periodo de mandato, en el que se baso en reprimir el nacionalismo sij en el Panyab, que se saldó con la muerte de Jarnail Singh Bhindranwale, líder Sij que había sido una de las figuras centrales del movimiento separatista, creando un gran descontento en el país.
Tres meses después de perder las elecciones de 1984, cuando se dirigía a una entrevista con el actor Peter Ustinov, Indira fue asesinada por dos de sus guardaespaldas de confianza de etnia Sij que la asestaron 31 impactos de bala.
Luces y sombras de una figura muy controvertida del siglo XX.




lunes, 3 de junio de 2019

INDIRA GANDHI (I)


En 1966, cuando Indira Gandhi- se llama Gandhi por el nombre de su marido- llego a primer ministro de la India, muchos creyeron que el elevado cargo representaba un homenaje a la mujer sin historia, sin otro mérito que se la hija, la “niña” del Pandit Nehru. Pero cuando a mediados de diciembre Indira se levantó en el Parlamento de Nueva Delhi y dijo “ Dacca es ya la capital de un pueblo libre” la discípulo y sucesora del Mahatma y de Nehru era uno de los personajes más famosos y poderosos del mundo. La política de hoy es la historia de mañana.
Kanyayam kula jivatam” (la hija es la vida de la casa) proclaman los textos sagrados. Por lo tanto, reinó la mayor alegría aquel 19 de noviembre de 1917 en la más suntuosa mansión de Aljahabad, hogar de Motilal Nehru, un patriarca de 76 años cuando nació su primera nieta.
Desde el primer día presentose bajo el doble signo de la ternura y de la energía.
La niña fue llamada Indira Pryadarshini (La que es agradable de contemplar).
Los Nehru fueron altos funcionarios de los mogoles, que tuvieron que huir precipitadamente de Delhi cuando se hundió el régimen de aquellos, refugiándose en Agra. Se establecieron más tarde en Allahabad en la confluencia del Ganges y del Jummna, donde impusieron su autoridad y no cesaron de prosperar.
Durante sus primeros años, Indira jugaba con muñecas, aprendiendo a nadar, y esperando a poder jugar al tenis.

Por las noches escuchaba el relato de las epopeyas antiguas referidas en el Ramayana o el Mahabharata.
Pronto terribles acontecimientos trastornaron su vida. En 1916 su padre había conocido a un tal Mohendras Gandhi quien acababa de ser laureado por la defensa en África del Sur para hacer respetar los derechos de la minoría india. Se entregó a la lucha revolucionaria, lo que acarreo su encarcelamiento, graves consecuencias para la familia. La familia al completo comenzó a conspirar. No había tiempo para jugar a las muñecas, e Indira, de pie sobre una silla pronunciaba discursos ante la servidumbre.

La magia de Gandhi se basaba en el hecho de que compendiaba los tres personajes característicos de la India eterna: el campesino, mendigo, y el santón. Era el Río deslumbrante en el que todo es llamada.
A pesar de sus periodos de cárcel el padre de Indira no dejó de ocuparse de su educación; siendo alumna de Rabibdranath Tagore que quería inculcar en las jóvenes mentes los refinamientos místicos de la cultura asiática con los fríos teoremas cartesianos de Europa.
Viajó por Europa para completar su formación, tanto intelectual como física y deportiva. Pasando por Suiza, y recalando en Oxford, donde conoció al socialista Krishan Menon, el Savonarola de la India.
En Ceilán descubrió Buda, y en conversaciones con los monjes de anaranjados ropajes aprendió el desapego por las preocupaciones de este mundo, y para los cuales la vida sólo es “un rio manso que fluye lentamente hacia el inmenso océano”.
En 1933, su amigo de la infancia Feroze Gandhi la pidió en matrimonio; pero, razones de casta dilataron sus deseos hasta 1942; hecho que provocó no pocas polémicas en los periódicos de la época; y en el propio parlamento de la India, por el origen parsi del novio. Indira impuso su voluntad, partiendo hacia Cachemira en viaje nupcial.
Al regreso del viaje y ya en Delhi, Indira fue detenida por subversión. El matrimonio fue separado y ambos metidos en la cárcel.
Indira Gandhi permaneció trece meses en su celda. Tras episodios de amargura en la que desaparecieron muchos de sus seres más queridos, recibió un escrito en caracteres altos y anchos, bajo una corona imperial y real, que anuncia:
“El ayudante de campo de servicio ha recibido de sus Excelencias el virrey y la virreina la orden de invitarle a la ceremonia de transferencia de los poderes que se celebrará el 15 de agosto de 1947 en la sala del Trono”


GRIPE DEL 18

El ilustre médico ingles Sydenham nos ha legado una descripción de una epidemia de tos, acompañada de fiebre, que se desencadenó ...