domingo, 23 de junio de 2019

ROMANCES DE CIEGOS


La literatura de cordel, de la que formaban un capítulo muy destacado, por el volumen de producción y por vasta audiencia, los romances de ciego, es fundamentalmente la lectura popular, la literatura que, quiéranlo o no los historiadores, los censores del gusto o bien aquellos que gustan de idealizar al pueblo, alimentó a numerosas generaciones. Imposible ignorar su importancia en una época como la nuestra en que, gracias a los modernos medios de transmisión, el equivalente de los romances de ciego y de las novelas por entregas se planifica – más o menos- se estudia, se aquilata...Antaño esta actividad de hoy – que se supone metódica y sabia- estaba en manos de ciegos, de poetastros, de editores avisados.
El género literario que ciegos y copleros ofrecían, comprendido en la ancha denominación de “pliegos de cordel surge y prolifera inmediatamente a medida que la difusión de la imprenta se generaliza.
Esta literatura del pobre como se llamaba a los pliegos de cordel, tan vilipendiada por algunos eruditos, sería la popular fuente de información de los más variados sucesos, acontecimientos, anécdotas, episodios, dramas, lances y desenlaces acaecidos en el país.
Se trata de una literatura de formas sensacionalistas, para el gran público, que no repara en matices.
El romance era generalmente de tamaño de folio, de dos o cuatro caras. Lo encabezaba una viñeta alusiva al suceso con ancho pie donde es extractaba el argumento del romance.
En el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, los ciegos copleros y rezadores de Madrid pregonaban así su mercancía:
¿Quién el papelito
Quiere comprar nuevo
Para llorar un rato
( o reír en su caso)
Y pasar el tiempo?
Duélanse, señores
De este pobre ciego
Y si no que el diablo
Lleve lo que veo.

Es natural, dad la popularidad del género, que en nuestra literatura abunden los testimonios y las sátiras contra la obra gruesa de los poetas abastecedores de ciegos y copleros, cuyos supremos exponentes fueron Cervantes, Quevedo, y Lope.
Estrecha es la relación del poeta-ciego, ciego-poeta, tanto como lo es en nuestra época la del compositor de música con el cantante.
En el siglo XIX fueron muy destacados los héroes liberales y más tarde los carlistas. Los romances de Mariana Pineda, de Torrijos estremecieron a España de punta a punta. Así decían algunos:
Marianita sentada en su cuarto
No paraba de considerar
“Si Pedrosa me viera bordando
La bandera de la Libertad”
¡Oh, que día tan triste en Granada
Las campanas doblar y doblar
Al ver que Marianita se muere
En cadalso por no declarar!
.........
El general Torrijos
Está muy confiado,
Con un pliego cerrado
Que Moreno le mandó
Diciéndole que se pusiese
En marcha prontamente
Que en Málaga la gente
Pide Constitución
Valientes nacionales
Amad la libertad
Que el general Torrijos
Lo encargó al expirar.

En realidad, el romance de ciego es el balbuceo del periodismo sensacionalista.



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