En 1966, cuando
Indira Gandhi- se llama Gandhi por el nombre de su marido- llego a primer
ministro de la India, muchos creyeron que el elevado cargo representaba un
homenaje a la mujer sin historia, sin otro mérito que se la hija, la “niña” del
Pandit Nehru. Pero cuando a mediados de diciembre Indira se levantó en el
Parlamento de Nueva Delhi y dijo “
Dacca es ya la capital de un pueblo libre” la discípulo y sucesora del Mahatma
y de Nehru era uno de los personajes más famosos y poderosos del mundo.
La política de hoy es la historia de mañana.
“Kanyayam kula jivatam” (la hija es la vida
de la casa) proclaman los textos sagrados. Por lo tanto, reinó la mayor alegría
aquel 19 de noviembre de 1917 en la más suntuosa mansión de Aljahabad, hogar de
Motilal Nehru, un patriarca de 76 años cuando nació su primera nieta.
Desde el primer día presentose bajo el doble signo de la
ternura y de la energía.
La niña fue llamada Indira Pryadarshini (La que es
agradable de contemplar).
Los Nehru fueron altos funcionarios de los mogoles, que
tuvieron que huir precipitadamente de Delhi cuando se hundió el régimen de
aquellos, refugiándose en Agra. Se establecieron más tarde en Allahabad en la confluencia
del Ganges y del Jummna, donde impusieron su autoridad y no cesaron de
prosperar.
Durante sus primeros años, Indira jugaba con muñecas, aprendiendo
a nadar, y esperando a poder jugar al tenis.
Por las noches escuchaba el relato de las epopeyas antiguas
referidas en el Ramayana o el Mahabharata.
Pronto terribles acontecimientos trastornaron su vida. En
1916 su padre había conocido a un tal Mohendras Gandhi quien acababa de ser
laureado por la defensa en África del Sur para hacer respetar los derechos de
la minoría india. Se entregó a la lucha revolucionaria, lo que acarreo su encarcelamiento,
graves consecuencias para la familia. La familia al completo comenzó a
conspirar. No había tiempo para jugar a las muñecas, e Indira, de pie sobre una
silla pronunciaba discursos ante la servidumbre.
La magia de Gandhi se basaba en el hecho de que
compendiaba los tres personajes característicos de la India eterna: el campesino,
mendigo, y el santón. Era el Río deslumbrante en el que todo es llamada.
A pesar de sus periodos de cárcel el padre de Indira no
dejó de ocuparse de su educación; siendo alumna de Rabibdranath Tagore
que quería inculcar en las jóvenes mentes los refinamientos místicos de la
cultura asiática con los fríos teoremas cartesianos de Europa.
Viajó por Europa para completar su formación, tanto intelectual
como física y deportiva. Pasando por Suiza, y recalando en Oxford, donde
conoció al socialista Krishan Menon, el Savonarola de la India.
En Ceilán descubrió Buda, y en conversaciones con los
monjes de anaranjados ropajes aprendió el desapego por las preocupaciones de
este mundo, y para los cuales la vida sólo es “un rio manso que fluye
lentamente hacia el inmenso océano”.
En 1933, su amigo de la infancia Feroze Gandhi la
pidió en matrimonio; pero, razones de casta dilataron sus deseos hasta 1942; hecho
que provocó no pocas polémicas en los periódicos de la época; y en el propio
parlamento de la India, por el origen parsi del novio. Indira impuso su voluntad,
partiendo hacia Cachemira en viaje nupcial.
Al regreso del viaje y ya en Delhi, Indira fue detenida
por subversión. El matrimonio fue separado y ambos metidos en la cárcel.
Indira Gandhi permaneció trece meses en su celda. Tras
episodios de amargura en la que desaparecieron muchos de sus seres más queridos,
recibió un escrito en caracteres altos y anchos, bajo una corona imperial y real,
que anuncia:
“El
ayudante de campo de servicio ha recibido de sus Excelencias el virrey y la
virreina la orden de invitarle a la ceremonia de transferencia de los poderes
que se celebrará el 15 de agosto de 1947 en la sala del Trono”
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