lunes, 3 de junio de 2019

INDIRA GANDHI (I)


En 1966, cuando Indira Gandhi- se llama Gandhi por el nombre de su marido- llego a primer ministro de la India, muchos creyeron que el elevado cargo representaba un homenaje a la mujer sin historia, sin otro mérito que se la hija, la “niña” del Pandit Nehru. Pero cuando a mediados de diciembre Indira se levantó en el Parlamento de Nueva Delhi y dijo “ Dacca es ya la capital de un pueblo libre” la discípulo y sucesora del Mahatma y de Nehru era uno de los personajes más famosos y poderosos del mundo. La política de hoy es la historia de mañana.
Kanyayam kula jivatam” (la hija es la vida de la casa) proclaman los textos sagrados. Por lo tanto, reinó la mayor alegría aquel 19 de noviembre de 1917 en la más suntuosa mansión de Aljahabad, hogar de Motilal Nehru, un patriarca de 76 años cuando nació su primera nieta.
Desde el primer día presentose bajo el doble signo de la ternura y de la energía.
La niña fue llamada Indira Pryadarshini (La que es agradable de contemplar).
Los Nehru fueron altos funcionarios de los mogoles, que tuvieron que huir precipitadamente de Delhi cuando se hundió el régimen de aquellos, refugiándose en Agra. Se establecieron más tarde en Allahabad en la confluencia del Ganges y del Jummna, donde impusieron su autoridad y no cesaron de prosperar.
Durante sus primeros años, Indira jugaba con muñecas, aprendiendo a nadar, y esperando a poder jugar al tenis.

Por las noches escuchaba el relato de las epopeyas antiguas referidas en el Ramayana o el Mahabharata.
Pronto terribles acontecimientos trastornaron su vida. En 1916 su padre había conocido a un tal Mohendras Gandhi quien acababa de ser laureado por la defensa en África del Sur para hacer respetar los derechos de la minoría india. Se entregó a la lucha revolucionaria, lo que acarreo su encarcelamiento, graves consecuencias para la familia. La familia al completo comenzó a conspirar. No había tiempo para jugar a las muñecas, e Indira, de pie sobre una silla pronunciaba discursos ante la servidumbre.

La magia de Gandhi se basaba en el hecho de que compendiaba los tres personajes característicos de la India eterna: el campesino, mendigo, y el santón. Era el Río deslumbrante en el que todo es llamada.
A pesar de sus periodos de cárcel el padre de Indira no dejó de ocuparse de su educación; siendo alumna de Rabibdranath Tagore que quería inculcar en las jóvenes mentes los refinamientos místicos de la cultura asiática con los fríos teoremas cartesianos de Europa.
Viajó por Europa para completar su formación, tanto intelectual como física y deportiva. Pasando por Suiza, y recalando en Oxford, donde conoció al socialista Krishan Menon, el Savonarola de la India.
En Ceilán descubrió Buda, y en conversaciones con los monjes de anaranjados ropajes aprendió el desapego por las preocupaciones de este mundo, y para los cuales la vida sólo es “un rio manso que fluye lentamente hacia el inmenso océano”.
En 1933, su amigo de la infancia Feroze Gandhi la pidió en matrimonio; pero, razones de casta dilataron sus deseos hasta 1942; hecho que provocó no pocas polémicas en los periódicos de la época; y en el propio parlamento de la India, por el origen parsi del novio. Indira impuso su voluntad, partiendo hacia Cachemira en viaje nupcial.
Al regreso del viaje y ya en Delhi, Indira fue detenida por subversión. El matrimonio fue separado y ambos metidos en la cárcel.
Indira Gandhi permaneció trece meses en su celda. Tras episodios de amargura en la que desaparecieron muchos de sus seres más queridos, recibió un escrito en caracteres altos y anchos, bajo una corona imperial y real, que anuncia:
“El ayudante de campo de servicio ha recibido de sus Excelencias el virrey y la virreina la orden de invitarle a la ceremonia de transferencia de los poderes que se celebrará el 15 de agosto de 1947 en la sala del Trono”


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