viernes, 2 de agosto de 2019

AMUNDSEN


Pies humanos hollaron por primera vez el Polo Sur el día 14 de diciembre de 1911. Eran los del explorador noruego Amundsen y los de sus cuatro compañeros de viaje: Hansen, Bjaaland ,Wisting y Hassel.La expedición dirigida por Amundsen se adelantó unas pocas horas a las de su colega y rival Scott que se había propuesto el mismo objetivo. Amundsen tuvo más suerte. Pero también influyeron en su éxito la experiencia adquirida en viajes anteriores, su conocimiento de las tierras polares, su obstinación, su prudencia su talante optimista y su extraordinaria resistencia física. Si la aventura de Scott fue una cadena de adversidades, con frustración y muerte al final- una auténtica tragedia- la gesta de Amundsen, por el contrario, se desarrolla como un poema épico afortunado, esplendoroso y triunfal.
En el puente del “Fram” se alzaron aclamaciones unánimes dirigidas a Roal Amundsen, el hombre que iba a llevarlos al Polo Sur, y cuya mirada parecía distinguir sus inmensidades trágicas y solitarias. Y el “Fram” se alejó lentamente de la bahía de Funchal, mientras brillaban las luces del litoral, últimas estrellas terrestres antes de las sombras vírgenes de la Antártida.
Instintivamente, Amundsen se volvió hacia el alojamiento de los perros que él había recomendado cubrir con una lona para evitarlos el sol. Había preferido llevar perros a los poneys de Manchuria por ser más fáciles de proteger contra las ventiscas, y más sencillos de alimentar. Los perros estaban bien, y no habían enfermado. Tranquilizado, Amundsen pensó en Scott, el hombre que al mismo tiempo que él, navegaba rumbo a la Antártida.
El 11 de enero de 1911, el “Fram” ancló en la bahía de las Ballenas y las cajas, los barracones y las tiendas empezaron a ennegrecer la nieve.

Durante un par de meses, del 10 de febrero al 11 de abril Amundsen jalonó su futura ruta con tres depósitos de víveres señalados con banderas, y después la sombra del invierno se abatió sobre Framheim.
Algunos le habían dicho “Se adentra Ud. en lo desconocido”
Pero a él no le causaba temor lo desconocido, muy al contrario, le fascinaba.  Si seguía las huellas de otro ¿dónde estaría el mérito?
La exploración es, ante todo, un trabajo humilde y paciente, una labor de buen operario. Con los hielos no se juega.
Y llegó septiembre. La partida quedó fijada para el mes siguiente. Finalmente, el 19 de octubre cuatro trineos salieron de Framheim con víveres para cuatro meses y 52 perros.
Regresaremos alrededor del 11 de enero, dijo Amundsen a quien se quedaba al mando del campamento en su ausencia.

Amundsen sabía que, en la primera parte del viaje, la más fácil, los trineos se deslizarían sobre la famosa Barrera de Ross. Las dificultades no procedían del terreno sino del tiempo, un tiempo que cegaba a los exploradores con la ventisca.
El 17 de noviembre alcanzaron el paralelo 85, y habían recorrido 1.400 kilómetros, las dos terceras partes del recorrido.
Amundsen examinó las cordilleras fantásticas que se mostraban cada vez más temibles. Ya no se trataba de una marcha difícil con el hambre y el frio como únicas amenazas sino un combate contra lo desconocido. El gigante antártico despegaba su fuerza terrible contra ellos.
Amundsen se dispuso a combatir aquella fuerza bruta y primitiva con medios también primitivos: sus esquís, su trineo, y sus perros.
El 7 de diciembre de 1911 Amundsen dirigió el sextante hacia el Sol y se echó a llorar. ¿Por qué lloraba aquel hombre insensible? Habían rebasado el punto austral más extremo jamás alcanzado por el hombre. La latitud era en aquel momento 88º 23’. Tras días más tarde alcanzarían los 89º 15’.
La mañana siguiente le tenía reservado un regalo magnifico: la gloria de ser el primero en llegar al Polo Sur.
El 14 de diciembre los cinco hombres se levantaron, radiantes y emprendieron la marcha.
Alcanzaron la Latitud de 89º 53’. Amundsen les dijo a sus hombres: “Recorramos otras siete millas hacia el sur y habremos alcanzado nuestra meta”,

A las tres, Amundsen hizo un signo, se inclinó sobre el contador y en su rostro se reflejó la emoción. ¡Eran los primeros en llegar al Polo Sur!
Los cinco hombres, inmóviles, paladearon su victoria. La bruma que parecía haber bajado del cielo hasta tocar la meseta, envolvía sus siluetas triunfantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRIPE DEL 18

El ilustre médico ingles Sydenham nos ha legado una descripción de una epidemia de tos, acompañada de fiebre, que se desencadenó ...