La
historia de las viejas ciudades es como una línea quebrada con puntos cimeros,
descensos y nuevas ascensiones. El historiador puede recalar en la inflexión
más favorable y una vez allí estudiar en profundidad todos los aspectos de la
población elegida: desde las cuestiones económico sociales a las realizaciones artísticas
y las puramente urbanísticas. Valladolid, residencia de la Corte durante gran
parte del siglo XVI tuvo entonces su primera época dorada; en tiempos contemporáneos
un nuevo empuje ha hecho de ella el centro vital de Castilla la Vieja.
El
Valladolid del siglo XVI, con su esplendor de capital, con su pujanza económica
y su bullicio popular, que latía por calles y plazas: he ahí el sugestivo
escenario y la rutilante que describimos.
Autos
de Fe, justas, torneos, juegos de caña, corridas de toros, locas noches de San Juan.
En Valladolid todo es pretexto para hacer una fiesta. El dinero corre a manos
llenas y hay que plantar más viñas porque cada día se consume más vino. El
transporte es caro, pero si es un año de escasez se va por vino a Portugal. Se
consume terriblemente.
La
nobleza se entrampa hasta los ojos con una burguesía que no sabe producir, pero
que tiene dinero para prestar.
Hacia
Valladolid afluyen inmigrantes de todas las regiones: asturianos montañeses,
vascos. Unos buscan trabajo. Otros son pícaros que vienen a buscar entre tanto
bullicio y actividad algún resquicio por el que infiltrarse en la vida dulce y
sin trabajo. Los pobres oficiales son una decoración en todas las
esquinas y tabernas de la villa, pues, a diferencia de los pobres segovianos,
los de Valladolid participan del ambiente general de las fiestas, y por
supuesto, no trabajan.
Valladolid
llega al siglo XVI con un gran impulso económico. La comunidad judía establecida
en 1413, alrededor de san Nicolas, había contribuido al auge comercial. La
comunidad mudéjar había proporcionado mano de obra competente, y las grandes
órdenes habían establecido allí conventos e iglesias.
Es
una villa en pleno dinamismo, bien pavimentada que se deja influir por el Renacimiento
y que ha sacado el mejor partido a sus oportunidades geográficas. Sus campiñas
son aptas para el cultivo de cereales; y sus riberas son magníficos terrenos
para huertas y jardines donde los potentados construían sus residencias.
Por
privilegio real Valladolid tenía cinco leguas a la redonda de tierras
propias que ponían bajo su jurisdicción los pueblos de la zona. Gran parte de
la vida económica de Valladolid dependía de estos pueblos.
Dos
factores condicionaron la historia vallisoletana en el siglo XVI:
- El aflujo de metales preciosos de América, que hará
entrar la economía española en una etapa de expansión.
- La presencia de la Corte. Primero con Carlos V y
después con Felipe II hasta su traslado a Madrid en 1559, época que coincide
con el desastroso incendio que quemó la parte vieja de la ciudad.
Este
segundo hecho fue un inmenso privilegio para Valladolid. La ciudad se vio transformada.
La presencia de la Corte engrandecía la ciudad, transformándose por el lujo y
el espectáculo. La producción artesanal y agrícola también vivió una época de
expansión.
Valladolid
no pagaba impuestos a la Corona lo que era una sustanciosa fuente de ingresos,
aunque de manera negativa.
Cuatro
periodos se pueden determinar en el siglo XVI vallisoletano:
1.-
Hasta 1540. Se nota la abundancia monetaria por el flujo de metales preciosos
de América. Crece la población, y toda la ciudad se dinamiza.
2.-
Un segundo periodo que coincide con la estancia de la Corte. Años 1544 a 1559. Durante
este periodo la ciudad conoce su máximo esplendor, Fluyen los emigrantes, los
pintores y los artistas; suben los precios y los salarios. Aumenta la
producción agrícola por la extensión de los cultivos, todo el mundo está ávido de
créditos. Los orfebres y los cambistas hacen aumentar el volumen dinerario.
3.-
Un tercer periodo se extiende entre 1559 y 1580, que se inició después de la
decisión de Felipe II de trasladar la Corte a Madrid. Comienza a faltar
trabajo. Se cierran las casas, pues la gente se marcha. Disminuye el consumo de
carne. El incendio de la calle platería, fue todo un presagio. El 21 de
septiembre de 1561 de manera fortuita se inició en la casa de Juan de Granada.
A pesar de todos los esfuerzos buena parte de la ciudad antigua quedó arrasada
por las llamas.
4.-
Un cuarto periodo que se inicia en 1580 supone un nuevo auge de la ciudad con
la llegada de los moriscos, y la aparición de la industria sedera y textil. La
anexión de Portugal tuvo también un efecto positivo en el devenir de la ciudad.
Como
vemos, Valladolid estuvo a merced de su capitalidad. En cuanto pierde esta, la
ciudad se hunde; pero, mientras cuenta con este privilegio, lo aprovecha al
máximo.
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