lunes, 1 de julio de 2019

EDISON, un americano cien por cien.(I)


Edison, norteamericano típico, salido prácticamente de la nada, aprendiz en múltiples oficios, autodidacta, infatigable, amigo del éxito y del dinero como tantos paisanos suyos, dotado de un talento sobresaliente para las realizaciones de tipo práctico, legó al mundo una serie de inventos- desde el gramófono a la bombilla eléctrica, que han contribuido decisivamente al progreso material del siglo XX. Y también una curiosa imagen: la de un hombre eminente, pero no del todo convincente.
Hacia mediados del siglo XIX Nancy Elliot daba clases a su hijo en el porche de la casa, incluso en vacaciones; pues, el maestro de la localidad había echado a su hijo de la escuela, diciendo sin rodeos que el muchacho tenía una mente tan obtusa que intentar enseñarle algo era perder el tiempo.
Este muchacho tan cerrado, incapaz de aprender nada, se llamaba Thomas Alva Edison.
La inteligencia del niño se despertó de súbito a los nueve años; merced a un libro que le presto su madre: Escuela de Filosofía natural”. El muchacho quedó fascinado. En ese mismo momento se despertó su verdadera vocación: hacer experimentos y transformar las teorías en una realidad práctica. Instaló en el sótano de su casa un laboratorio propio y personal. Quería realizar por si mismo los experimentos que figuraban en el libro de Green Parker.
A los doce años se despertó otra de sus grandes ilusiones: ganar dinero. Y hacerlo por sí mismo. Con doce años se emancipó para llevar una vida independiente.
Este abandono del hogar no fue ningún acto de rebeldía; ni por desprecio hacia sus padres; ni para vagabundear por el mundo. Lo que pretendía era ganar dinero por su cuenta.
Consiguió autorización para vender periódicos y chucherías en el tren que cubría el trayecto de Port-Huron a Detroit. A la ida vendía chucherías, y a la vuelta los periódicos que se publicaban en Detroit.
Con el estallido de la Guerra de Secesión, sus perspectivas fueron mejorando. Comprobó que la gente estaba ansiosa por conocer el resultado de las batallas. Se puso de acuerdo con el telegrafista, y este enviaba a las estaciones que se plasmaban en unas pizarras, añadiendo que los detalles los encontrarían en los periódicos. Esta estratagema incrementó su venta de periódicos, y con ello logró amasar una pequeña fortuna.
Cuando concluía de vender periódicos, nunca antes de las once la noche, comenzó a hace pruebas experimentales con el telégrafo.
La suerte quiso que salvara de ser atropellado al hijo del jefe de estación de Mount Clemens. Este, en agradecimiento, le enseñó durante tres meses a telegrafiar.
Los vagones del tren fueron su nuevo laboratorio rodante. Consiguió a bajo precio una maquina de imprimir, y comenzó a publicar un periódico por su cuenta llamado:  Weekly Herald. Llegó a tirar hasta 700 ejemplares.

Un incendio en el vagón trajo como consecuencia que todo fuera a parar a la vía, y a Thomas le regaló una sordera para toda la vida, de los palos que el conductor del tren le propinó.
De regreso al hogar, y ante la prohibición de sus padres a que hiciera experimentos, decidió publicar otro periódico, dedicado a los chinchorreos del pueblo. Duró poco la publicación. El tiempo justo de que un ciudadano ofendido le diera una paliza y le tirara al rio.
Para poder dormir en el trabajo, inventó un dispositivo que marcaba las horas por él; pero, al ser descubierto decisión marcharse antes de ser despedido.
Inventó un sistema para que en el Parlamento se registraran los votos. Era algo sensacional. Una comisión lo encontró sencillamente perfecto; tan perfecto que tuvieron que rechazarlo.
Logró arreglar el sistema de cotizaciones de la Gold Exchange, que se había averiado por completo, en el breve espacio de dos horas; lo que le proporcionó un trabajo de 300 dólares al mes.

Más adelante, tras fundar una sociedad de “Ingenieros electricistas” pidieron a Edison, a título personal, el diseño de un sistema de control de las cotizaciones; tan a satisfacción que le ofrecieron comprarle la patente.
Edison pensaba pedir 3.000 dólares, pero dijo:
-Hágame Ud. una oferta.
- ¿Qué le parecen 40.000 dólares?
Edison tenia 23 años, y le tuvieron que enseñar cómo se abría una cuenta corriente en un banco.



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