Con
sus 40.000 dólares en el bolsillo, Edison instaló un taller, compró maquinaria
y contrato a 18 operarios. Si precaria contabilidad se reducía a dos ganchos:
en uno colgaba las facturas que debía, y en otro las que tenía que cobrar. Nunca
sabía si tenía o no tenía dinero. Por fin le convencieron de que debería contratar
un contable. Lo hizo, pero el experto no sabía decir si el negocio ganaba o
perdía; tuvo que despedirle y contratar a Will Carman.
Con
su vida encarrilada decidió casarse, lo que hizo en 1871 con Mary Stilwell. Con
una familia a su cargo comenzó a hacer lo que muchos otros hacían que era,
modificar inventos, que proporcionaba buenos beneficios.
Por
modificar el sistema telegráfico al uso, el empresario Orton le entregó 100.000
dólares; pero, Edison le puso como condición no cobrar todo el dinero de golpe
sino a razón de 6.000 dólares anuales durante 17 años.
La
cifra de 6.000 dólares del contrato con Orton, no daban para mucho, y se vio en
el trance de ser embargado. Un embargo que paralizó sobornando descaradamente al
sheriff por cinco dólares diarios.
La
mala racha no duró mucho, y con su espíritu de trabajo y esfuerzo, sus inventos
fueron siendo rentables.
Al
tiempo que trabajaba en mejorar el invento del Graham Bell, investigaba sobre
las vibraciones del sonido que se habían logrado grabar en un cilindro de cera,
pero nadie había logrado reproducirlas.
Trabajo
sobre ello, y en agosto de 1877 entrego a uno de sus operarios Kruesi, un boceto
con la indicación de que lo construyese. Cuando este lo hubo terminado, le
pregunto a Edison para qué servía aquel cacharro:
-
"Esta máquina
tiene que hablar."
Le
respondió. Nadie se lo creyó. Y se cruzaron apuestas. Como Edison no tenía
dinero se aportó un cesto de manzanas. Se hizo la prueba y la máquina habló.
Bueno, para ser más precisos: cantó. Una canción del oeste que había grabado
uno de los empleados. Había nacido: el fonógrafo.
Simultáneamente
al trabajo con el teléfono y el gramófono, Edison había comenzado a hacer
pruebas sobre el alumbrado eléctrico.
La
guerra de patentes por el teléfono perfeccionado por Edison paró en parte los
trabajos sobre el alumbrado. Trabajos que pudo reanudar en 1879 y volcarse en los
trabajos sobre la luz eléctrica.
Ante
los diversos fracasos le preguntaron:
-
¿No es
decepcionante que al cabo de tantos esfuerzos no haya logrado nada?
- He obtenido muy buenos resultados. Ahora
conozco mil procedimientos que no sirven.
Respondió
Edison.
Solucionados
los problemas técnicos y de costes; esto último muy cuestionado por los escépticos
científicos de siempre, en 1879, después de ímprobos esfuerzos Edison pudo
ofrecer al mundo entero su gran invento: el alumbrado público.
La
demostración definitiva se haría en Nueva York, donde se había conseguido la
autorización necesaria para instalar alumbrado eléctrico en un sector de un kilómetro
cuadrado de extensión.
Un
problema no previsto surgió en Nueva York. La profusión de cables de arcos voltaicos,
telégrafos y teléfonos, impedía la instalación de cables eléctricos. Un problema
que Edison solvento de manera rápida: el tendido subterráneo de los cables.
Pero
Nueva York era una gran urbe, y Edison se dio cuenta de que el gasto de cobre
iba a ser aterrador, y que se iban a necesitar todas las existencias de los
Estado Unidos.
Venciendo
todas las dificultades y obstáculos sin cuento, en septiembre de 1882 se
inauguró el alumbrado eléctrico en el barrio neoyorquino elegido.
El
trabajo incansable de Edison le permitió llegar fresco y pimpante a la edad de
80 años; trabajando para la Marina en la Primera Guerra Mundial.
Su
popularidad llegó a ser inmensa. Había trabajado mucho y había dado un sentido
a su vida.
“He
vivido mi vida. He realizado mi obra. Si hay un más allá estoy dispuesto para
ello.
En
un país en el que todo se valora en términos de dólares, el Times de
Nueva York en su edición del 29 de septiembre de 1921, tasó el cerebro de Edison
en quince mil millones de dólares. Y que había aportado a la riqueza
nacional una media de treinta millones de dólares anuales durante un periodo de
cincuenta años.
Murió
en la madrugada del 18 de octubre de 1931.
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