Todos
los políticos lúcidos y deseosos de la paz mundial pensaban que aquel fuego que
acababa de prenderse no estaba destinado a apagarse. Por ello estaba a favor de
una solución negociada del conflicto; de un acuerdo entre los beligerantes que
condujeses a un reparto de Palestina. Preconizaban un modus vivendi
entre árabes y judíos, que tendiese a lograr su coexistencia en aquel suelo tan
disputado.
La guerra de 1948 revistió un carácter
bastante extraño; pues varias treguas sucesivas, más o menos respetadas. La
dividieron en fases activas o pasivas durante las cuales jamás se
interrumpieron las negociaciones.
La
Liga Árabe, el 30 de mayo logró expulsar a los judíos del casco antiguo de Jerusalén.
La
resistencia de las fuerzas árabes del interior se derrumbó rápidamente. Unos
cuantos actos de violencia cometidos por los judíos y hábilmente publicados por
ellos mismos aterrorizaron a la población árabe y lograron que esta huyese para
reunirse con los invasores. Este éxodo árabe planteó un nuevo problema: el de
los refugiados.
Pero
la situación de las fuerzas judías era demasiado débil, y hasta el 10 de junio
no lograron poner fin al cerco de la parte judía de Jerusalén. Un cerco que
había durado tres meses.
El
9 de junio las partes habían aceptado una tregua de cuatro semanas, durante la
cual los observadores internacionales trabajaron en la búsqueda de una tierra
de nadie, algo que se logró; pero, al cabo de las cuatro semanas no
habían logrado conseguir una solución conciliadora y el día 9 de junio se
reanudaron los combates.
Contrariamente
a lo que cabía esperar, los judíos emprendieron la ofensiva en todos los
frentes y consiguieron ventajas casi generales. Tan sólo los iraquíes consiguieron
algunos éxitos en Samaría.
Los
combates cesaron de nuevo el 19 de julio, merced a un acuerdo de la ONU el 15
de julio que declaraba prorrogada la tregua.
La
diferencia de esta tregua es que fue impuesta a los beligerantes, y no aceptada
por las partes el conflicto. La Pregunta que muchos se hicieron fue ¿tenía la
ONU los medios necesarios para imponerla?
Comenzó
entonces el periodo estadounidense de la tregua.
El
sistema aplicado se demostró escasamente eficaz, y los observadores solo
consiguieron resultados parciales y temporales.
Esta
vez fueron los judíos los que violaron la tregua al ejecutar progresivamente su
plan de operaciones ofensivas, en presencia de unos árabes divididos y pasivos y
de los observadores paralizados y carentes de medios para hacer observar la
tregua.
La
Haganah se mostró muy activa en la región del Hebrón,
ocupando también toda Galilea y algunos pueblos fronterizos del Líbano. No
obedecieron la orden alto el fuego
hasta que no hubieron logrado sus objetivos.
El
30 de noviembre, los comandantes en jefe judío y transjordano de Jerusalén
firmaron un acuerdo de alto el fuego, sincero y efectivo. Este acuerdo sí sería
respetado.
El
24 de febrero de 1949 fue firmado en Rodas un armisticio entre Israel y Egipto
que saldo el fracaso e la invasión de Palestina por las fuerzas árabes.
El
texto del acuerdo establecido el 3 de abril de 1949, Transjordania fue
denominada Reino Hachemita de Jordania lo que implicaba el
reconocimiento por parte de la ONU de la incorporación de la parte árabe de Palestina
al reino de Abdullah.
Así
terminó la Guerra de la Independencia de Israel, sin que la cuestión Palestina quedase
zanjada por su reparto entre Israel y Jordania. Tampoco se logró la solución
del problema de Jerusalén, pues la ciudad antigua quedó en poder de las tropas jordanas
y la zona moderna en manos de los judíos. Fue una gran ocasión perdida por la
ONU de dotar a la ciudad de Jerusalén y de los Santos Lugares de un régimen
internacional de ciudad libre. Ni Francia, ni la Santa seda que a través
de la encíclica In Multiplicibus , que adoptaba las opiniones francesas
logró demasiada resonancia entre sus fieles.
En
el éxito relativo que logro alcanzar la ONU, un papel esencial lo representaron
los observadores, algunos de los cuales perdieron la vida, al convertirse en observadores-blanco.
El
doctor Weizmann, jefe del Estado de Israel les rindió homenaje con estas
palabras:
Si
no han conseguido ustedes, señores, impedir esta pequeña guerra – aunque para
quienes la hacen, una guerra jamás es pequeña- por lo menos la han reducido a
unos límites angostos y a unas proporciones aceptables.
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