viernes, 5 de julio de 2019

1948: EL PRIMER CONFLICTO ARABE-ISRAELI(I)


Mandato británico desde la Conferencia de San Remo (abril de 1920), Palestina se encontró dividida, a partir del 29 de noviembre de 1947, por una resolución de la ONU que creaba sendos Estados- árabe, uno; israelí, el otro- e internacionalizaba la ciudad de Jerusalén. La retirada de las tropas inglesas el día 14 de mayo de 1948 supuso el estallido de la primera conflagración entre ambas comunidades. Pese a la invasión del territorio israelí por las tropas de la Liga Árabe, la campaña se saldaría victoriosamente para los hombres de Ben Gurión, quienes- a fines de ese año y pese a tener el mar cortándoles una posible retirada- se apoderaron de Galilea y del Neguev y llevaron las fronteras del nuevo Estado hasta los viejos límites que separaban Palestina de Egipto.
El ejercito israelí asombró al mundo con sus éxitos fulminantes en la campaña del Sinaí (1956) y durante la Guerra de los Seis Días (1967). El carácter fragmentario de las operaciones de la Guerra de la Independencia ( 1948) no permitía prever que el nuevo Estado consiguiera organizar, en tan pocos años, unas fuerzas militares capaces de poner al enemigo fuera de combate con una sola ofensiva relámpago.
Tras la salida de los británicos de Palestina, y una vez constituida la Liga Árabe, las luchas entre árabes y judíos se retomaron; si es que en algún momento había desaparecido. La formación de la Liga Árabe compuesta por siete países que contaban con 35 millones de habitantes, y el apoyo de más de 350 millones de musulmanes esparcidos por el mundo, tenía una fortaleza más aparente que real; pues cada uno de ellos tenía dentro y fuera de sus fronteras, sus propios problemas e intereses que dificultaban la unidad.
Los recursos económicos de la Liga eran débiles y la coalición demostró su falta de ideas en el orden estratégico. A falta de estudios previos, su Jefe de Estado Mayor (un iraquí) no pudo hacer más que cruzarse de brazos. Por otra parte, y a pesar de las apariencias, la coalición sólo disponía de unas fuerzas militares reducidas.
El joven estado de Israel iba a enfrentarse a unos adversarios numerosos, pero de valor desigual, que actuaban sin ningún plan concertado y cada uno por su cuenta.

Antes estos ejércitos de brabucones, los judíos disponían de una baza importante: la clandestinidad de sus fuerzas. La Zvei Haganah, ejercito defensivo, se había forjado mucho tiempo antes durante el mandato británico, cuando se inició la resistencia contra los árabes primero y contra los británicos después. Contaba con jefes experimentados que había combatido en la Segunda Guerra Mundial casi siempre al lado del ejército británico. Gracias a esto veteranos el adiestramiento de las fuerzas israelíes era excelente, pues los cuadros de mando no se improvisan.
La austeridad era una de sus señas de identidad. En 1948 el ejercito de Israel tenía un sólo general.
En 1948 fue capaz de poner en pie un ejercito de 70.000 personas hombres y mujeres. Un esfuerzo extraordinario en un país de poco más de 700.000 habitantes. A pesar de esta movilización general, la organización de la retaguardia, así como la producción industrial y agrícola quedaron aseguradas, incluso en las horas más críticas.

La Haganah contaba con fuerzas estáticas, y elementos móviles. Los primeros protegían los Kibbutnizim cuando eran atacados, y cultivaban las tierras cuando el enemigo se alejaba. Las fuerzas móviles fueron reforzadas con la incorporación del Palmah (comando judío que había formado parte del Octavo Ejército británico).
Finalmente, la Haganah disponía de un servicio de contra espionaje de eficacia comparable a la del Intelligence Service. Sus fuentes de información estaban distribuidas por toda la diáspora, pues todos los judíos del mundo dirigían sus miradas hacia Jerusalén.
Cuando el 15 de mayo de 1948 el rey Abdullah disparó en Jericó el cañonazo simbólico que anunciaba la Guerra Santa, nadie podía prever el desenlace del conflicto entre los dos bandos.
Los árabes contaban con la superioridad numérica, y con el motor emocional del pan islamismo. Israel disponía también de sus bazas: la calidad de sus fuerzas, el apoyo de la diáspora, y la fe que había inculcado a los sionistas Theodore Herzel.



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