sábado, 25 de mayo de 2019

PORLIER Y MANSO: dos héroes de la Guerra de la Independencia. (II)


Porlier y Manso; dos personajes notables entre los muchos que alumbró el “levantamiento, guerra y revolución de España – feliz expresión que se ajusta más a la realidad de los hechos que la denominación de “Guerra de la Independencia.”- quizás aquejada de retoricismo. ¿Cabe establecer entre ambos un paralelo? Sí, en tanto que la guerra, una contienda que no se parecía en nada a las guerras corteses del siglo XVIII, permitió que alcanzara elevados grados en la milicia un bastardo -Porlier- y un hombre del pueblo-Manso-; sí, en cuanto el destino les trató de manera tan distinta: Porlier, liberal exaltado, inicia la trágica serie de los Renovales, y los Torrijos, cuando tras el fracaso de la sublevación coruñesa muere en la horca. Manso, liberal modera, capea con tino y sin bajezas la difícil época de Fernando VII y se muestra siempre en el mando, humanitario y constructivo.
José Manso, de molinero a general
Nuestro héroe nació en Borredá un pueblecito de la montaña catalana, el 26 de septiembre de 1785. Educado en el domicilio familiar hasta los doce años, su madre le inculcó una educación cristiana. En sus juegos ya destacaba por su fuerza e intrepidez. Sus compañeros de juego a pesar de ello le admiraban por su bondad y nobleza. Enviado por sus padres a casa de un tío molinero, donde permaneció dos años, tras los cuales fue al molino de Sant Quinti, en Ripoll, que molía el trigo para su famoso monasterio.
Queriendo ampliar sus miras marchó a la Ciudad Condal donde trabajó en diversos molinos en los que cosechó fama de trabajador y honrado.
Cambió su actividad como molinero por la de fabricante de paños, en su pueblo natal; ocupación que desarrollaba cuando los somatenes del Bruch fueron derrotados por las fuerzas francesas. Enardecido por esta derrota, y por las noticias que corrían de que todos los jóvenes catalanes serían trasladados a Francia, se alistó en una compañía de Migueletes, en la que pronto alcanzó el grado de capitán; grado que rechazó porque su madre temía y odiaba la carrera militar. Accedió a aceptar el grado de teniente siempre que su capitán fuera su amigo Ramón Lladó.
Manso, puedo verse ascendido a capitán, en ese momento; pero, no accedió a ello hasta que en la línea del Llobregat derrotó a las tropas francesas el 15 de mayo de 1809.
Los guerrilleros de José Manso cosechan victoria tras victoria. Están en todas partes. Cortan las comunicaciones del invasor, secuestran a sus correos, e intranquilizan a los franceses en los breves momentos de reposo que les permiten.
Todos estos méritos le llevan a alcanzar el grado de coronel.
Tras el triunfo de las armas nacionales y la retirada del ejército francés, Fernando VII regresó a España, entrando en Cataluña el 22 de marzo de 1814. El coronel manso fue presentado al rey, quien conmovido por sus hazañas le brindó palabras de elogio. Fernando VII le invitó a cenar. Durante la comida el ex molinero recibió del rey pruebas muy expresivas de predilección no dudando en servirle de su propia mano algunos de los platos que se sirvieron en el ágape.

Terminada la guerra Manso fue nombrado gobernador de la ciudadela de Barcelona, y tras el oportuno juicio contradictorio Fernando VII le concedió la Gran Cruz Laureada de San Fernando.
En la vida de José Manso todo es extraordinario con un sabor a leyenda romántica.
Conoció a Antonia Bosch de quien se enamora con la fuerza y pasión de un joven. Antonia Bosch, aunque no era muy bella tenía un raro y especial atractivo.
El idilio fue bruscamente interrumpido en 1808, para combatir a los franceses que invadían España. Esta separación fue definitiva, y nunca más se volvieron a ver. Y por estas cosas de la vida, José Manso contrajo matrimonio con Felipa de Julio, joven dueña que fue de Antonia.
Nombrado comandante general y jefe político de Tarragona, don desarrollo una meritoria actividad humanitaria y pacificadora en la lucha contra los realistas. Puso gran interés en socorrer a centenares de jornaleros, excombatientes, que habían quedado sin recursos por falta de trabajo; para ello los destinó a una obra de utilidad pública: el nuevo puerto.
El 17 de febrero de 1823 Fernando VII le concedió la faja de Mariscal de Campo.
Larga y prolija fue la trayectoria militar y política de José, ocupando diversos cargos a lo largo y ancho de toda España; y al que no le faltaron la concesión de diversos títulos nobiliarios como el ser nombrado Conde de Llobregat, y Vizconde de Monserrat.
Muchas anécdotas se cuentan de su vida; pero, nos quedaremos esta que nos cuenta su ayudante de campo, Francisco López Fabra.

Con motivo del un banquete oficial en el Palacio Real de Madrid, presidido por la reina Isabel II, y al que asistían el ministro de la Guerra y numerosos entre generales, entre los que se encontraba José Manso, al ser servido el pollo, el citado ministro, que conocía la condición humilde de Manso y quería ponerlo en ridículo ante los asistentes, le invitó para que cortase y sirviera el pollo a S.M. El ex molinero tomó el tenedor y el cuchillo, y con gran habilidad cortó el pollo, sirviéndolo a la reina y pronunciando estas palabras:
-          “Cuando estamos en Palacio, el pollo se sirve de este modo”.
Tomando otra bandeja se remangó, y con expertos y eficaces tirones, arrancó trozos de pollo y los sirvió al ministro diciendo:
-          “Y cuando estamos en campaña lo servimos al estilo campesino”.
Retirado a una masía en Cornellá, desde año 1847, muriendo en Madrid, el 22 de marzo de 1863.


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