domingo, 12 de mayo de 2019

LOS CONTROVERTIDOS ORÍGENES DE LA AGRICULTURA


La revolución más profunda que ha sucedido en la Historia tuvo lugar hace miles de año. El hombre dejó de ser un nómada cazador y recolector que habitaba las cuevas o lo alto de los árboles y se transformó en un ser sedentario. Cultivó la tierra. Domesticó animales, pulió la piedra, descubrió la alfarería y construyó poblados. Fue la revolución del Neolítico.
Catal-Huyuk está situado a unos seiscientos kilómetros de Constantinopla, y se ha revelado como el poblado más antiguo del Neolítico hasta hoy conocido.
Su descubrimiento nos permite afirmar que en el noveno milenio antes de Cristo, la gran mutación económica que hizo abandonar al hombre la caza para dedicarse a la agricultura y la ganadería como actividades predominantes fue realidad.
El Paleolítico dio paso al Neolítico con la aparición de nuevas técnicas, y el conocimiento de las referentes a la agricultura y ganadería.
Resulta sorprendente que en el lugar se hallarán indicios de una metalurgia que tuvo al plomo y al cobre como base.
En el estado actual de nuestros conocimientos, las investigaciones se dirigen hacia las zonas montañosas de Oriente Próximo para encontrar los lugares en los que se obtuvieron los primeros logros en agricultura, ganadería, y metalurgia.
El hombre adquirió conciencia del ritmo de las estaciones del año y de su influencia en el crecimiento de las plantas. Observó que las semillas enterradas en materias fertilizantes producían al cabo de un tiempo nuevas semillas. Superó su deseo de consumir los preciosos alimentos, y, para asegurarse un futuro siempre incierto, confió algunas de estas simientes a la tierra con lo que creó sus primeras reservas.
Al ver merodear a su alrededor ciertos animales, concibió la idea de retenerlos para sí, para más tarde iniciar la cría del ganado.


Con ello el hombre se fue liberando poco a poco de la angustia del hambre.
Al aumentar la producción de alimentos aumentó también la población, llegando un momento en que aquellos no eran suficientes para dar sustento a todos. Iniciándose con ello la exploración de nuevo territorios por parte de los más intrépidos. Unos fueron al oeste, hacia lo que fue Mesopotamia; otros, hacia el este hasta llegar al valle del Indo.
La comprensión de que podía influir en el crecimiento de las plantas movió al hombre a crear cierto número de métodos encaminados a mejorar la calidad y la cantidad de las cosechas.
La escarda fue, probablemente, la primera tentativa de agricultura y es todavía usado por ciertos pueblos.
Los primeros instrumentos agrícolas debieron ser escasos. En realidad, solo se utilizaban dos tipos: uno que permitía hundir en la tierra la semilla, y otro destinado a la recolección. Fue necesario preparar el terreno para aportar a la planta o simiente un medio favorable, todo ello complementado con técnicas de roturado, abonado, y riego.
Al palo de cavar, siguió en el empleo de la azada, consistente, al principio, en una asta de ciervo, o bien un pedazo de tronco de árbol endurecido. Este instrumento dio origen a toda una familia de utensilios todavía empleados como son el  almocafre y el binador.
La sequía en el medio mediterráneo fue uno de los grandes problemas a resolver, desarrollando técnicas que impedían la perdida de humedad por capilaridad. La ausencia de ganado y por ello de abono reducía en gran medida la humedad necesaria para los cultivos. Un medio eficaz contra la sequía era el rastrillado que restablecía el nivelado del suelo, realizándose con lo que se denominó el tribulum formado por una plancha gruesa y pesada guarnecida con puntas de sílex.
De entre todas las plantas que crecen en la tierra, el hombre recurrió a las gramíneas para obtener lo esencial de su alimentación vegetal. El mijo, el maíz, el arroz, el trigo fueron la base de la alimentación, dándose la curiosa división de su cultivo según las razas. El trigo, la cebada, el centeno lo fueron por la raza blanca; mientras que el arroz lo es de la raza amarilla del Extremo Oriente asiático.


Como la agricultura las primeras tentativas de cría de ganado se produjeron en Oriente Próximo, consiguiendo el hombre domesticar unas cincuenta especies: el perro, el buey, la oveja y el cerdo; así, como el caballo; usado primero como animal de tiro, y después también como montura.
El perro, primer animal domesticado, ya que aparece a partir del Mesolítico fue, ante todo, el compañero del hombre y el guardián de sus rebaños. Por contra el buey y el cerdo, desempeñaron un papel básico en la alimentación cárnica del hombre del Neolítico.
Desde aquellos lejanos tiempo, un largo proceso de evolución y cambio se ha desarrollado en todos los confines de la tierra; y aunque las técnicas, los métodos, y las herramientas han cambiado en gran medida; los principios que movieron a los primeros agricultores y ganaderos, siguen siendo básicamente los mismo: buena tierra, abonos, y humedad. Sin ellos, la tierra sigue siendo un elemento difícil de doblegar.

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