La revolución más profunda que ha sucedido en la Historia
tuvo lugar hace miles de año. El hombre dejó de ser un nómada cazador y
recolector que habitaba las cuevas o lo alto de los árboles y se transformó en
un ser sedentario. Cultivó la tierra. Domesticó animales, pulió la piedra,
descubrió la alfarería y construyó poblados. Fue la revolución del Neolítico.
Catal-Huyuk está situado a unos seiscientos
kilómetros de Constantinopla, y se ha revelado como el poblado más antiguo del
Neolítico hasta hoy conocido.
Su descubrimiento nos permite afirmar que en el
noveno milenio antes de Cristo, la gran mutación económica que hizo abandonar
al hombre la caza para dedicarse a la agricultura y la ganadería como
actividades predominantes fue realidad.
El Paleolítico dio paso al Neolítico con la
aparición de nuevas técnicas, y el conocimiento de las referentes a la agricultura
y ganadería.
Resulta sorprendente que en el lugar se hallarán
indicios de una metalurgia que tuvo al plomo y al cobre como base.
En el estado actual de nuestros conocimientos, las
investigaciones se dirigen hacia las zonas montañosas de Oriente Próximo para
encontrar los lugares en los que se obtuvieron los primeros logros en
agricultura, ganadería, y metalurgia.
El hombre adquirió conciencia del ritmo de las
estaciones del año y de su influencia en el crecimiento de las plantas. Observó
que las semillas enterradas en materias fertilizantes producían al cabo de un
tiempo nuevas semillas. Superó su deseo de consumir los preciosos alimentos, y, para asegurarse un futuro siempre incierto, confió algunas de estas simientes a
la tierra con lo que creó sus primeras reservas.
Al ver merodear a su alrededor ciertos animales,
concibió la idea de retenerlos para sí, para más tarde iniciar la cría del
ganado.
Con ello el hombre se fue liberando poco a poco de
la angustia del hambre.
Al aumentar la producción de alimentos aumentó
también la población, llegando un momento en que aquellos no eran suficientes
para dar sustento a todos. Iniciándose con ello la exploración de nuevo
territorios por parte de los más intrépidos. Unos fueron al oeste, hacia lo que
fue Mesopotamia; otros, hacia el este hasta llegar al valle del Indo.
La comprensión de que podía influir en el crecimiento
de las plantas movió al hombre a crear cierto número de métodos encaminados a
mejorar la calidad y la cantidad de las cosechas.
La escarda
fue, probablemente, la primera tentativa de agricultura y es todavía usado por ciertos
pueblos.
Los primeros instrumentos agrícolas debieron ser escasos.
En realidad, solo se utilizaban dos tipos: uno que permitía hundir en la tierra
la semilla, y otro destinado a la recolección. Fue necesario preparar el
terreno para aportar a la planta o simiente un medio favorable, todo ello
complementado con técnicas de roturado, abonado, y riego.
Al palo de
cavar, siguió en el empleo de la azada,
consistente, al principio, en una asta de ciervo, o bien un pedazo de tronco de árbol endurecido.
Este instrumento dio origen a toda una familia de utensilios todavía empleados
como son el almocafre y el binador.
La sequía en el medio mediterráneo fue uno de los
grandes problemas a resolver, desarrollando técnicas que impedían la perdida de
humedad por capilaridad. La ausencia de ganado y por ello de abono reducía en
gran medida la humedad necesaria para los cultivos. Un medio eficaz contra la sequía
era el rastrillado que restablecía el
nivelado del suelo, realizándose con lo que se denominó el tribulum formado por una plancha gruesa y pesada guarnecida con
puntas de sílex.
De entre todas las plantas que crecen en la tierra,
el hombre recurrió a las gramíneas para obtener lo esencial de su alimentación
vegetal. El mijo, el maíz, el arroz, el trigo fueron la base de la alimentación,
dándose la curiosa división de su cultivo según las razas. El trigo, la cebada,
el centeno lo fueron por la raza blanca; mientras que el arroz lo es de la raza
amarilla del Extremo Oriente asiático.
Como la agricultura las primeras tentativas de cría
de ganado se produjeron en Oriente Próximo, consiguiendo el hombre domesticar
unas cincuenta especies: el perro, el buey, la oveja y el cerdo; así, como el
caballo; usado primero como animal de tiro, y después también como montura.
El perro, primer animal domesticado, ya que aparece
a partir del Mesolítico fue, ante todo, el compañero del hombre y el guardián de
sus rebaños. Por contra el buey y el cerdo, desempeñaron un papel básico en la
alimentación cárnica del hombre del Neolítico.
Desde aquellos lejanos tiempo, un largo proceso de evolución y cambio se ha desarrollado en todos los confines de la tierra; y aunque las técnicas, los métodos, y las herramientas han cambiado en gran medida; los principios que movieron a los primeros agricultores y ganaderos, siguen siendo básicamente los mismo: buena tierra, abonos, y humedad. Sin ellos, la tierra sigue siendo un elemento difícil de doblegar.
Desde aquellos lejanos tiempo, un largo proceso de evolución y cambio se ha desarrollado en todos los confines de la tierra; y aunque las técnicas, los métodos, y las herramientas han cambiado en gran medida; los principios que movieron a los primeros agricultores y ganaderos, siguen siendo básicamente los mismo: buena tierra, abonos, y humedad. Sin ellos, la tierra sigue siendo un elemento difícil de doblegar.
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